
Ayer por la tarde, sí, fue ayer cuando pude constatar el abandono, la soledad y el vacío que se respiraba en aquel lugar donde mis hijos disfrutaban siendo unos niños, y, yo con ellos viéndolos disfrutar a pesar de los sudores que padecí en él con ilusión los primeros años y con cierta desesperación y amargura en los últimos.
Tenía ganas de volver y recordar, pero incluso mi hijo que estaba conmigo recibió la misma sensación y lo que podía haber sido un viaje para los recuerdos se convirtió en una visita rápida y obligada, en la que ninguno de los dos dabamos crédito a lo que teníamos ante nuestros ojos y bajo nuestros piés. Se convirtió en algo ligeramente amargo..............