Con la marea alta

Esta fue la íltima visión de mi paseo, sentado en un tronco a modo de banco mientras comía un bocadillo y leía unos fragmentos del libro que estoy leyendo de Aldous Huxley; la marea ya estaba subiendo bastante.

Hendaye

Paseando por el Dominio de Abbadía, Hendaye

Domingo 20 de marzo, amanece un radiante día en Pamplona y decido acercarme hacia la costa francesa a realizar el paseo que quise hacer hace varios fines de semana, pero que fue cambiado por otro no menos interesante.
Hoy disponía de todo el día para mí y tenía muchas ganas de caminar por aquellos lugares y acercarme a sus acantilados.
Durante el camino de ida pude observar cómo van cambiando las tonalidades de los bosques, todavía desnudos, aunque algunos árboles van floreciendo e incluso otros hacen ver sus brotes verdes. Realmente no recuerdo muy bien la música que me acompañaba, me temo que era Norah Jones, sí, era ella. La carretera que tomé fue la tradicional hacia Irún, mucho más rica en paisaje que la que toma la mayoría de la gente (la autovía del norte), es más entretenida aunque un poco más lenta.
Una vez que sobrepasas Hendaye, a escasos metros del castillo de Antoine D'Abbadie hay un parking pequeñito donde se puede dejar el coche tranquilamente, tomé mi mochila y mi cámara y me dispuse a caminar. Nada más salir del parking hay un paso de cebra que cruza la carretera comarcal de la costa, como es Francia se respeta bastante el tema de pasos de cebra; una vez al otro lado de la carretera se sobrepasa una casita muy francesa y ya te adentras por un caminito entre bosque, ya en pleno Domaine D'Abbadie, se comienza a escuchar los trinos de los pájaros, gaviotas alborotadas, algún que otro cuervo y comienzas con el bonjour a prácticamente a todo el que pasa, es un lugar muy frecuentado por caminantes, tanto de la zona como vascos y navarros que nos acercamos a pasar el día. La primavera se comienza a sentir en su suelo, molsos de violetas, prímulas, margaritas...... incluso algún árbol de laurel en flor. Pronto comienzas a divisar la costa dirección Biarritz, la marea estaba muy baja como se puede observar el la foto y el día estaba ligeramente brumoso. Tras un recorrido por bosque se abren unas hermosas praderas verdes en las que pude observar un par de ovejas a la sombra de tres árboles, tornando la mirada a la izquierda y en lo alto de la loma se divisa bien reconstruído el castillo, como de un cuento de hadas; yo continúo por el camino bordeando la costa perfumándome de ese intenso olor a mar, mar cantábrico, rico en algas, oxigenado y yodado; metiéndome por todos aquellos pequeños caminos que de cuando en cuando te aproximan a acantilados con hermosas vistas e incluso alguna pequeña playa que sólo aparece cuando la marea está baja. Hay momentos en los que divisas dos hermosos peñones en los que se contemplan perfectamente sus estratos y coronado por una colonia de gaviotas y algún que otro cormorán. Bordeando la sinuosa pradera y en dirección al castillo se avistan pequeños bosques, incluso una colonia de bambúes y en algún momento conseguí escuchar el cantar de algún faisán que venía de entre los árboles.
Es un paseo muy agradable que aconsejo hacerlo a todo el que guste de disfrutar de la naturaleza, el lugar es privilegiado por sus maravillosas vistas y sus sinuosas praderas terminando en una maravillosa playa a la que no quise acudir ayer, símplemente la divisé desde lo alto del acantilado y pude contemplar a los paseantes deisfrutando de un día no muy luminoso por esa especie de bruma que había.

Sólo, Garínoain

Ayer, lunes por la mañana, y de una forma muy especial me invadió tu perfume, perfume que ha estado a mi lado durante casi dos largos meses, perfume que hace años me acompañó durante largo tiempo. Ello, no sé porqué ni de que manera me ha hecho sumirme en una especie de tristeza incontrolable y ante mi soledad y he visto la necesidad de salir de mi refugio a respirar paisaje, aire puro, quizá algunos recuerdos, quizá recordar tu mirada cuando te nombré el lugar; quién sabe si te podría encontrar de nuevo y ver el brillo de tus ojos cuando recordaste aquél episodio tan romántico en Madrid, cuando cierta persona te tomó de la mano y te puso el anillo. Ha transcurrido mucho tiempo y las vidas han ido por otros caminos muy diferentes. Mañana hace dos meses que se encontraron las nuestras y ya hace una semana que se separaron.
I only ask for:" bring me something to take this pain away" "bring me something that will let me get to sleep"; son fragmentos que vengo escuchando de la canción Washing of the water de Peter Gabriel que viene acompañándome en mi coche desde hace más de una semana.
Quizá esta especie de tristeza se agudiza por la falta de luz en estos días previos a la primavera, en los que los árboles de todas variedades de prunus ya están totalmente floridos.
"Letting go, it's so hard".
Bueno, en resumen, nos prepararemos para esta primavera que parece que viene fuerte, olvidaremos tristeza y desengaños e intentaremos disfrutar de lo bueno que nos trae la naturaleza, ya que ciertas naturalezas humanas, bien por falta de compromiso, bien por miedos prefieren abandonar y negarse a lo evidente.

Luz plata en el Cantábrico

Hacía mucho tiempo que sentía la necesidad de acercarme a la costa, hace un par de semanas estuve a punto de hacerlo , pero por cuestiones que no vienen al caso mi excursió no se pudo realizar.
Este pasado sábado y con las predicciones de buen tiempo decidí que la excursión pendiente se realizaría, sólo o acompañado, la necesidad de mar era casi extrema y no podía esperar.
El día amaneció muy frío, pero radiante, la primavera empieza a dar sus primeros pasos y por fortuna no tuve que conducir, ello me llevó a poder disfrutar mucho más del paisaje además de una agradable charla acompañada por un fondo de Strauss. Según ibamos acercándonos hacia el norte se iban viendo los inmensos bosques de hayas todavía desnudos, en algunos puntos coloreados de un suave morado por la incidencia del sol, también se iban viendo algunos árboles comenzando a florecer, pero la verdadera sorpresa primaveral vendría poco después, recién cruzada la frontera a nuestro país vecino y una vez fuera de la autopista surcando entre sus carreteras dirección al ócean y a las playas de Anglet, casitas a los lados y prácticamente todas ellas cubiertas de árboles de mimosas en plena efervescencia floral, ese intenso y brillante amarillo que tantos recuerdos me trae de las orillas del Miño. Un día fabuloso, con una luz excesivamente plateada que no me gusta para fotografiar, pero que deleita mi retina para dejarla plasmada en mi cerebro. El mar estaba bastante calmo, aunque de cuando en cuando se veía alguna bonita espuma en la orilla.
A partir de ahora, eso es lo que nos espera, bonitos días de luz junto al mar o la montaña, primavera floreciente, hervor en nuestra sangre, despertar de nuestro aletargado invierno y explotar de vida.