Lugar en el que con breves pinceladas de sentimientos y de fotos intento transmitir mis distintos estados de ánimo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Huyendo de los últimos calores del verano

Ayer domingo por la tarde y con treintaitantos grados de terrible bochorno en Pamplona decidí tomar el coche y dirigirme hacia un lugar más respirable. Mientras me dirigía hacia la Ultzama, comprobé que el campo, sus pastizales, estaban totalmente quemados por el intenso calor de este verano. Hacía tiempo que no había cogido el coche para salir de Pamplona, y la última vez que lo hice fue en agosto, hace tan sólo un mes y en dirección Cantabria, viaje en que saboreé la frescura de los verdes campos y montañas; pero en esta ocasión lo único que veía eran campos amarillos, quemados por el sol y al fondo el intenso verde de los hayedos, todavía frescos.
Al tomar la carretera dirección al alto de Velate se empezó a notar su frescura invadida por los bosques verdes de hayas. Sobrepasé las Ventas de Ultzama, repletas de vehículos aparcados, y continué hasta el camino que toma la GR12, paré mi vehículo y me dispuse a caminar por el camino que hacía unos 25 años que no había recorrido, hacía calor pero merecía la pena estar de nuevo en contacto con esta naturaleza tan rica y fantástica que tenemos a pocos kilómetros de la capital; paseando, lentamente con mi cámara al cuello y observando la extensión de bosque ante mis ojos me sorprendí gratamente de la vista de un fragmento de calzada romana, ya no lo recordaba, y continuando a escasos metros divisé la ermita de Santa María de Velate, construcción más antigua del valle que data del siglo XII, tenía la puerta abierta y en su interior había cuatro personas que estaban limpiándola, una de ellas amablemente me saludó y me comunicó que la estaban limpiando para la romería que iban a realizar el próximo día 8 a las cuatro de la tarde, si el tiempo lo permitía, y que quedaba invitado a ella. Continué el paseo hacia el arroyo que transcurre en las cercanías en el que había tres familias con rus niños descansando plácidamente y saboreando la agradable temperatura del lugar con la frescura del arroyo y las sombras de las hayas, pude observar cómo dos ejemplares de vacas se acercaban a saciar su sed en el arroyo. Permanecí durante un breve instante sentado en una hermosa losa contemplando las maravillas que me rodeaban, y tomando fuerzas para el regreso en el que me ví sorprendido por una intensa nube de mosquitos, que vistos a contraluz impedían tomar fotografías nítidas del bosque. Al llegar a mi vehículo tomé una foto del texto en el que decía el nombre de la ermita, la presencia de la calzada romana y restos arqueológicos del algún que otro cromlech, dolmen, etc.
Saboreé la corta excursión y me puse de regreso a Pamplona donde el calor todavía azotaba. Parece ser que son los últimos coletazos del verano y que el tiempo nos va a cabiar en breve, provablemente la romería del próximo miércoles, a la que estoy invitado, no pueda realizarse debido a las lluvias anunciadas.