Hayedo en Irati

Mayo nos ha dejado y a pesar de haber sido un poco atípico, debido a la falta de esos días con los primeros calores a los que nos acostumbraba, un exceso de lluvias y de humedad nos ha hecho llegar a unos principios de junio llenos de verde salpicado de multitud de flores de todos los colores. Todo ello hace que disfrutemos de una Selva de Irati repleta de verde y frescura que ayuda a sobrellevar los 30º del pasado sábado, sumergido entre sus sombríos hayedos y bordeando el pantano de Irabia, admirando sus majestuosas hayas caracterizadas por su rectitud y longitud. Apenas recordaba el lugar, hacía unos treinta años que no pasaba por allí y merece la pena perderse entre tanta grandeza. A veces resulta un poco agobiante no tener horizonte, no poder ver más allá de lo que los árboles te permiten, sintiéndote un enano ante semejantes ejemplares. Las fresas ya están saliendo y parece que este año va a haber una buena cosecha de ellas, había multitud de plantas floridas e incluso algunas ya tenían el fruto que pronto madurará, espero poder volver a recolectar algunas de ellas y saborearlas.
Ha sido un fin de semana de intensas caminatas en las que he disfrutado de la naturaleza, incluso ayer domingo después de haber bajado la temperatura unos cuantos grados debido a las tormentas que cayeron en la zona durante la noche del sábado y la madrugada del domingo, estruendosos truenos que retumbaban entre sus montañas.
Me asombró la falta de cantos de pájaros, quizá sea porque he estado en una zona (Burguete) en la que se oían sus trinos sin cesar y es posible que la selva del Irati no sea un lugar propicio para ellos, demasiado grande, demasiado cerrada.
Llevaba mucho tiempo queriendo fotografiar a un mirlo, y por fin lo conseguí, fue el pasado sábado en San Juan de Luz, parecía que me estuviese haciendo la corte, con vuelos cortos a mi alrededor terminando con varias poses a escasos 2 metros delante de mi, justo en el camino por donde yo circulaba, es increíble que haya tenido que ir hasta Francia para captar una imagen suya acostumbrado a escucharlos casi a diario en mi entorno, siempre huidizos; pero aquél mirlo se puso a tiro, parecía muy atrevido, quizá está acostumbrado a vivir entre tantos turistas que se acercan al recinto de la ciudadela de esa bonita localidad francesa. Gracias Mirlo por dejarte fotografiar.